Qué es el ácido hialurónico y para qué sirve
El ácido hialurónico (AH) es un activo muy conocido, no solo en el ámbito de la cosmética, sino que también, se está trabajando en otros campos de la medicina como es la traumatología. Se ha escrito mucho sobre él, y todos sabemos que forma parte de la estructura de las articulaciones, así como sabemos que en nuestra piel ejerce una función principal de hidratación.
En este post, vamos a intentar explicar, de forma sencilla que es, que parte de nuestro organismo lo sintetiza, donde se encuentra, que usos tiene y que tipos hay. Porque como siempre digo, hay mucho en el mercado pero poco bueno, y en el caso de la cosmética no solo es importante la cantidad, sino también la calidad y la base sobre la cual se formula el producto cosmético y que garantiza máxima eficacia.
Qué es el ácido hialurónico
Pues bien, vamos a empezar por algo tan básico como saber cual es el origen de su nombre, porque hay que reconocer que para muchos de vosotros el simple hecho de tener que nombrarlo, es un poco trabalenguas.
En 1934, dos farmacéuticos de la Universidad de Colombia (Nueva York) descubrieron que había dos macromoléculas de azúcar en el cuerpo vítreo (localizado entre la retina y el cristalino) de las vacas que aportaban gran viscosidad al ojo y que eran las responsables de dar la forma al ojo, y, concretamente una de ellas era el ácido urónico. Pues bien, juntaron la palabra hialoide (de vitreo) y la palabra urónico, y formaron la palabra ácido hialurónico.
No obstante, hasta 1942, no se consiguió comercializarlo. Fue en esta última década cuando consiguieron aislarlo de las crestas de los gallos, fuente de AH que se sigue utilizando en la actualidad junto a cordón umbilical o técnicas biológicas de fermentación bacteriana.
En nuestro organismo las células de la piel encargadas de sintetizarlo son los queratinocitos en la epidermis y los fibroblastos en la dermis, pero el AH también se encuentra en otras partes del organismo. Por ejemplo, las mayores concentraciones están en el liquido sinovial, ocupando el segundo lugar, el cordón umbilical y en tercer lugar la dermis. También forma parte de cartílagos y tendones, aportando elasticidad y resistencia. No obstante, debido a que la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, por extensión, es el principal almacén de AH.
La función principal del AH en la epidermis es la de hidratar pues es capaz de retener agua mil veces su peso molecular. En el caso de la dermis, forma parte fundamental de los proteoglicanos encargados de mantener entrelazadas las fibras de elastina y colágeno, fibras responsables de dar elasticidad y firmeza de la piel.
A medida que pasan los años, la capacidad de síntesis de AH va disminuyendo y también la calidad es peor. Una curiosidad, es que aquellos individuos que toman mucho el sol y su piel está fotoenvejecida, se ha visto que la cantidad de AH en la dermis es elevada, pero está mal distribuido pues se encuentra en la capa superior de la dermis y por tanto, no está haciendo las funciones propias de sujeción entre las fibras de sostén.
Tipos de ácido hialurónico
En la industria cosmética, actualmente han conseguido distintos tipos de AH según el tamaño. Como hemos dicho al principio, el AH es una cadena de azúcares, concretamente está compuesto por el N Acetil Glucosamina y el ácido glucurónico. Cuantas más veces se repita esta cadena, la molécula será de mayor tamaño. Normalmente en el mercado se habla de bajo, medio y alto peso molecular.
El AH de alto peso molecular, es lógico que por su tamaño se quede en la capa más superficial de la epidermis y su función no es solo la de aportar agua (ya hemos indicado antes, tiene la capacidad de retener mil veces su peso en agua) sino que forma una película que evita la deshidratación. Además, por su tamaño, permanece más tiempo en la epidermis ya que la hialuronidasa tarda más tiempo en destruirlo.
Respecto al de bajo peso molecular, tiene una gran capacidad de penetración si pensamos que el tamaño es mucho menor, y, por tanto, es capaz de llegar a las capas más profundas de la epidermis. Las ventajas de ello es su efecto relleno, por una parte, y por otra parte, su capacidad de estimular la síntesis de elastina y colágeno en la dermis. La desventaja es que se degrada fácilmente por la acción de la hialuronidasa, y que su rápida capacidad de penetración puede generar problemas en las pieles más sensibles.
En la actualidad, la industria cosmética de calidad va dirigida a obtener formas de AH que penetren pero que al mismo tiempo permanezcan más tiempo. Para ello, se han elaborado formas de AH, como es el caso del AH acetilado que consigue por su tamaño penetrar hasta la capa más profunda de la epidermis, pero también es capaz de evitar la degradación de la hialuronidasa, y así permanecer más tiempo en la piel. Otro caso interesante es el AH reticulado. Se trata de un AH que forma una especie de red tridimensional sobre la superficie de nuestra piel que evita que se deshidrate y, al mismo tiempo, evita la degradación rápida por parte de la hialuronidasa.
Por tanto, la conclusión de todo ello, como ya hemos anunciado al principio, no todo vale y, muchas veces la justificación de un precio es porque, además de buscar formas modificadas de AH para mejorar su penetración y disminuir su degradación, la pureza de este activo es importante. En muchas ocasiones, cuando nos muestran un cosmético con AH de distinto peso molecular, es pura estrategia de mercado. En el caso del AH es muy importante conseguir la máxima pureza, que sea estable y que penetre.
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